Abuelo
El abuelo decía que las tardes solían ser despejadas y bellas en el crepúsculo que se formaba a un lado del claro y largo río. Que él corría y jugaba descalzo en el suave y verde pasto que abundaba en los grandes campos que se perdían en el horizonte. Que a veces buscaba a una linda niña que vivía cerca, con la cual platicaba, jugaba y hacía bromas. Que reían y daban maromas en las arboledas. Que juntos perseguían aves, ardillas, y algunas veces cortaban flores que se regalaban mutuamente. Que comía deliciosas galletas preparadas por su mamá. Que guardaba algunas para sus amigos que también traían algo de sus casas y alacenas. Que en las noches platicaba de sus aventuras y travesuras con su papá como un confidente. Que le encantaba despertar temprano y oler el fresco y dulce aroma que producía la tierra y pasto mojado con el rocío de la mañana. Que disfrutaba de la fogata que armaba su hermano en los días de invierno. Que nadaba y pescaba en el bello río que se extendía por todo el lugar donde sembraban maíz, frijol y naranjas. Que le gustaba acostarse en la suave hierba y mirar las nubes con forma de conejos, flores y caramelos. Que un día llegó un fotógrafo de la ciudad y lo retrató. Que se divertía recolectando flores del bosque y el campo. Que las risas eran una constante en su vida. Que le dio un baño al perro de la vecina porque creía que estaba bastante sucio. Que escalaba a la copa de los árboles para asegurarse que el pueblo estuviera en orden. Que las vacas comían todo el día y dejaban que los pájaros posaran sobre ellas. Que los abrazos de su mamá eran tiernos y cariñosos. Que cuando cerraba sus ojos soñaba con montar un caballo e ir hasta la blanca montaña que se veía desde la ventana de su casa. Que sembró una semilla, la regó y cuido hasta que nació un pequeño ramillete que anunciaba la llegada de un fuerte y grande árbol. Que recibió una caja de deliciosos chocolates el día de su cumpleaños. Que cantaba una linda canción cuando caminaba por el sendero que lo guiaba a la casa de Don José, el cual le contaba emocionantes historias de piratas y doncellas. Que lloró el día que uno de sus amigos se enojó con él, pero al siguiente día se hicieron amigos de nuevo. Que a lo lejos se podía observar el camino de humo que dejaba a su paso el tren que pasaba por la comunidad. Que en los calurosos días de verano, su mamá preparaba un refrescante cántaro de agua de limón. Que amaba sentir la suave lluvia que lo mojaba mientras corría con los brazos abiertos por el patio. Que el establo era el lugar donde les confiaba sus secretos a los animales que ahí vivían. Que varias veces se escapo de noche de su casa para mirar las estrellas que adornaban el firmamento. Que le agradaban más los días fríos que los cálidos. Que no eran suficientes los dedos de sus manos y pies para contar a sus amigos. Que sentía el cariño de la gente. Que amaba a sus papás. Que en las noches oraba a Dios dando gracias por sus manitas, por sus piecitos, por sus papis, por el bosque, por el río, por sus vecinos, por sus amigos, por la niña con quien jugaba, por el chocolate, por el sol y quien sabe cuantas cosas más. Que en esas oraciones, lo único que pedía era que su vida siguiera igual de feliz. Y así fue.
08 julio 2007
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3 dicen algo:
Wow! tus historias son muy, muy buenas :) t felicito, me gustaron muxo, sigue asi, sigue escribiendo kosas asi, ke t lleguen al korazon =) Felicidades Q' Dios Te Bendiga!
Gracias, sigueré haciendolo.
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