Y es que para algunos la noche presagiaba aire de triunfo y felicidad, para otros significaba un éxito ajeno de muros fabricados con capital extranjero.
Pero fuere cual fuere el pensar, la entrega número 79 de los premios de la Academia determinaron un evento conmemorativo para los cineastas mexicanos. Productores, músicos, directores, actrices, escritores, guionistas y demás se convocaron en el Teatro Kodak a las siete de la noche, en la ciudad donde nacen, crecen y mueren las estrellas: Los Ángeles.
Por supuesto que la atención de todos es acaparada por la llegada de los nominados y el clásico camino de la alfombra roja, un excelente color que no olvidarán los ganadores, y mucho menos los perdedores.
- ¡Mira, ahí está Penélope Cruz y Will Smith! y… ¿Ese negrito alto que viene solo qué?-, -No sé, creo que también lo nominaron para mejor actor-, -Ni lo conozco. Pobrecito, espero que no se decepcione si le dan el Oscar a DiCaprio-.
Como si el destino los uniera, las tres figuras idolatradas en los medios el último mes aparecen juntos: Del Toro, Iñárritu y Cuarón. –Es una cosa para divertirnos- decía Iñárritu, -Saludos a la banda- incluía Cuarón.
Con unos minutos después de las siete y la mayoría de los invitados dentro, dio inicio la ceremonia. Puestos de pie y con un aplauso ensordecedor para los presentes, la ceremonia de premiación dio inicio mostrando un micro film que presentaba a todos y cada uno de los nominados, un tanto fresco, cómico y divertido al jugar con las palabras de los protagonistas.
Ellen DeGeneres amenizó la fiesta como conductora, sus chistes y bromas a lo largo del evento retumbaron en risas por el teatro.
Primer Oscar, primer mexicano. Eugenio Caballero se convirtió en el primer premiado de la noche, por la dirección de arte de El laberinto del Fauno. Una de esas sonrisas que no sabes si es de gusto o nervios se dibujo en el rostro del connacional al recibir la figurilla dorada con manos temblorosas. –Un agradecimiento a todos los cineastas de mis país-, puntualizó emotivamente levantando la estatuilla.
Maquillaje, dibujo animado, actor de reparto, guión adaptado, vestuario, fotografía, música y otros premios… sin duda alguna, una noche para dos películas: Los Infiltrados y El Laberinto del Fauno, las más premiadas, cuatro y tres oscares respectivamente.
Sonrisas por todos lados, serenidad y un ambiente relajado y falto de presión, quizá no es una fiesta después de todo.
Últimas tres nominaciones: Actor, director y película.
De un asiento un poco escondido, Forest Whitaker se levanta para recibir su premio como mejor actor en El Último Rey de Escocia. Aplausos y miradas alegres al actor, aunque algunos de reojo observan a Will Smith y a DiCaprio, eran los favoritos. Solo les queda aplaudir juntamente con todos los espectadores.
Alto y con una mirada tierna sube al escenario, -Un momento por favor. Just a second… receiving this honor tonight tells me that it's possible- recitaba al señalar sus sueños que creía lejanos cuando era pequeño.
Una oración sensible y un final intenso, era todo lo necesario para cautivar al público en un par de minutos, no sin antes levantar el oscar con la mano izquierda en una posición victoriosa.
Y ahora el público mexicano a la expectativa del próximo premio: Mejor Director, y ahí entra nuestro amigo, cuate y compadre Alejandro González Iñárritu, ¿Será todo nuestro el premio?
-Teniendo o no la estatuilla, la película va a ser la misma- comentó previamente. Sobre en mano y se escucha el nombre “Martin Scorsese” y se ilumina una pequeña sonrisa en el director de Los Infiltrados. En su baja estatura, los lentes gruesos, delgadas manos y cabello cano, no se hubiera previsto que al ascender por su reconocimiento explotaría con una sonrisa que no pude observar en ningún otro honrado por la Academia. Sus manos traviesas deseaban ya tocar el Oscar y al tomar el micrófono solo pudo repetir “Gracias” con euforia y entusiasmo, al final deseó levantar el premio, pero la curvatura de su espalda solo dio para alzarla a la altura de la cara.
El último galardón no fue una sorpresa, todos sabíamos que director y mejor película eran inseparables. Claro, premio para Los Infiltrados, recibe Graham King y el público del teatro estalla en aplausos y chiflidos.
Y no demora en salir el montón de papelitos plateados que cubren el lugar, ha terminado la ceremonia: aplausos, risas y abrazos inundan las butacas. –Chin… ya termino la Fea-.
Marzo 2007
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