21 enero 2009

¡Quiero ser músico aunque me muera de hambre!


La primera vez que fue a un concierto de cámara como parte de una actividad educativa de su escuela primaria, Ernestito se enamoró de aquellos instrumentos que para él eran "guitarritas chiquitas". Los violines fueron los que lo cautivaron y movieron a compartir lo que sentía en su prematura vida por la música.

"Quiero estudiar para músico", dijo mientras devoraba cereal a la hora de la cena. Don Adolfo, papá del pequeño, casi se ahoga con el caldo de pollo que comía. Tras un largo sorbo a su café y una clara preocupación que se dibujó en sus ojos, el padre de Ernestito sólo abrió la boca para decir una frase corta y fría: "Te vas a morir de hambre".

Ernestito nunca más habló del tema y hoy estudia el tercer semestre de la ingeniería en mecánica eléctrica.

Sueños efímeros

Él es parte de aquella estadística inexistente que cobija a los jóvenes que, por diversas razones, no lograron concretar el sueño de tomar en sus manos un instrumento musical, afinarlo a cuidado e interpretar las más bellas piezas en el inmenso palacio de Bellas Artes.

Y es que nunca sabremos si Ernestito tuvo esa "chispa" musical, ya que las diversas circunstancias no le permitieron experimentar en las artes sonoras que solicitan las escuelas de música desde temprana edad.

Y si fuese el caso de que alguien llegara a concluir sus estudios en alguna de las escasas escuelas que ofrecen cursos en materia musical, se hallaría con la terrible y abrumadora realidad laboral que México ofrece a los que decidieron entregar todos sus esfuerzos a las partituras.

No hay cifras reales y concretas que señalen el número de nuevos estudiantes en las escuelas de música ni de los egresados ni de cuántos ya están dentro del campo laboral. Los números que más se acercan a un estudio del panorama musical son los que ofrece el portal Observatorio Laboral, donde se hace una breve reseña estadística de esta profesión.

Las gráficas señalan que en el México hay 128 mil personas que laboran como compositores, músicos, cantantes, actores y bailarines. Del dato anterior, el 32% trabaja en la zona centro del país y sólo 17% son egresados de una escuela de educación superior, esto quiere decir que sólo existen poco más de 21 mil músicos con estudios nivel licenciatura. Y agreguémosle algo más: Sólo el 50 % de los músicos son asalariados.

Con razón dijo aquello Don Adolfo.

"¿Y si hubieras dicho que tendría éxito?"

La gran mayoría de las escuelas primarias en México no ofrecen la opción musical dentro de sus asignaturas, lo que limita las posibilidades de ingresar a estudios superiores (un gran número de las institutos musicales no aceptan alumnos que superen los 22 años de edad); las becas son escasas; los instrumentos y mantenimiento caros; el panorama laboral es de miedo; y el esfuerzo, lecturas y prácticas son exhaustivas.

Y todavía cargar con frases de papá y mamá como "Ya tienes 24 y ni trabajo tienes", "Deja de jugar al Beethoven y ponte a chambear", "Ni vas a la escuela, te la pasas aquí con tu violín ese", es abrumador.

El apoyo familiar es indispensable para aquel que toma el sendero de los corchetes y las blancas. Soportar las notas desafinadas en casa, proporcionar un apoyo económico y compartir el mismo sueño que los futuros concertistas visualizan, son elementos que harán que los jóvenes conozcan sus habilidades artísticas.

Elizabeth es estudiante de la Escuela Nacional de Música, acabó el curso propedéutico de tres años en violoncello y se encuentra en proceso de entrar a la licenciatura, optó por la música "porque es la mejor terapia", en sus propias palabras.

"Yo soy algo tímida y con la música no tengo que hablar, habla mi instrumento. La música es una forma de vida y un parte aguas para mi", dice Elizabeth acerca de su pasión por la música, pero ella también está consciente de que la música está pasando por un momento difícil: "Aquí necesitas empezar desde muy pequeño para que destaques y tener buenos contactos para entrar a tocar", señala.

"En México falta más enseñanza de calidad, dar oportunidad a los mexicanos experimentados. Es necesario insertar instrumentos desde el kínder, nadie te va a enseñar música a menos de que los mismos padres sean músicos".

No todo es melodía fúnebre

Pero ante el oscuro cuadro, el desarrollo de las artes musicales en México es testigo de un claro resurgimiento. Horacio Franco, destacado concertista y flautista mexicano, es un ejemplo de superación mientras celebra sus treinta años de carrera musical. "Estamos viendo un florecimiento muy interesante en este país. La gente tiene mucha curiosidad y capacidad de asombro, es maravilloso ver como las personas responden a la cultura y a las artes", dice en entrevista para tva.com.mx.

"Es cierto que falta mucho de alcances, en cuanto a que toda la población tenga acceso para la música y no solamente la gente que está circunscrita a las artes. Nos falta ir a comunidades más alejadas, hace falta llegar a muchos puntos de la República" puntualiza el egresado del Conservatorio Nacional de Música.

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