22 agosto 2007

Luces de oriente

EL FARO DESTELLA LUZ DESDE EL ORIENTE DE LA CIUDAD

A un costado de la Calzada Ignacio Zaragoza en la colonia Fuentes de Zaragoza, se encuentra la Fábrica de Artes y Oficios, o mejor conocido como el FARO de oriente.
Rodeado por varias unidades habitacionales, el FARO es un punto donde se produce arte, pero no el arte que conocemos de los museos o galerías, sino manifestaciones artísticas alternativas donde el graffiti, el alebrije y los vitrales son el centro de atención de los jóvenes que acuden para aprender a manipular la madera, el metal y la pintura que se convierten en objetos que reflejan los sentimientos y pasiones de sus creadores.
Diversidad sería la palabra adecuada para describir el FARO. En una mesa trabajan los detalles de la cerámica que cuidadosamente moldean tres jóvenes, a lado un grupo aprende nuevas formas de utilizar el papel que ellos mismos fabrican, al subir las escaleras te puedes topar con varios muchachos que están soldando estructuras metálicas que mas tarde se convertirán en el “esqueleto” de los alebrijes que diseñaron, fuera del edificio el taller de danza practica una y otra vez la coreografía para su próxima presentación, y el grupo de fotoperiodismo realiza prácticas en las inmediaciones del lugar.
Y a pesar de encontrarse en la delegación Iztapalapa, la cual tiene graves problemas sociales en el DF, los alumnos vienen de diversos puntos de la ciudad a esta fábrica que imparte cursos de música, artes visuales, escénicas, entre otros.
Los talleristas que laboran aquí, la definen como una no-escuela, ya que no existe pase de lista, no hay calificaciones, ni siquiera profesores de materia; lo que abundan son personas que enseñan las técnicas de un oficio o arte, y que los jóvenes utilizan para expresarse en la medida que su creatividad se los permita.

19 agosto 2007

Tamarindo y derivados

A mi me gustan los pulparindos. Su empaque amarillo y plano es inconfundible entre las otras golosinas que uno puede encontrar en los puestos callejeros. Al abrirlo, se alcanza a percibir el ligero aroma del tamarindo enchilado con azúcar. 

Desde pequeño disfruté el sabor acidulado que ofrece el producto, y mas tarde nos sorprendió su adherente y novedosa presentación: extra picante (identificado por su empaque rojo).

Sin embargo, hace algunos días
el Departamento de Salud Pública de los Estados Unidos advirtió que los consumidores del Pulparindo se exponen a 0.19 ppm (partes por millon) de plomo contenido en el dulce de tamarindo. Según las autoridades, los niveles de plomo sobrepasan los aceptados por las instituciones gubernamentales en materia. Dichas cantidades pueden afectar a niños y mujeres embarazadas.

Espero que los fabricantes del Pulparindo también soliciten la opinión de la Secretaría de Salud, y la población (sobre todo la infantil) no se quede con el punto de vista gringo.

No es cuestión de defender el “mexicanisimo” dulce y escudar el sabor nacional en el extranjero. Mucho menos de despreciar los estudios realizados por las autoridades sanitarias de los Estados Unidos (muchas veces útiles y exactos).


Pareciera una exageración comentar una noticia de este tipo, pero nos puede llevar a reflexionar sobre la situación de diversos rubros que pueden ser caso de estudio.

1) Yo tenía entendido que la ropa se lava en casa, aunque nunca nos dijeron en cual casa. ¿Será que en otros paises ponen atención a su propia producción nacional, pero también a la importación? México se ha quedado atrás. El Pulparindo no es el único caso del que nos enteramos por fuentes externas de su riesgo para la salud, hasta de
productos norteamericanos, hasta algunas frutas y legumbres se han topado con las barreras sanitarias de los Estados Unidos.

2) ¿Por qué hasta ahora se advierte sobre estas cantidades de plomo en el dulce manufacturado en Jalisco? Al observar el empaque, se revelan los tintes de exportación en su entera y marcada traducción al inglés de cada palabra. ¿Se solapó o “se les chispoteó”? Quizás también a los gringos les valen unas centésimas de gramos de plomo.

3) El producto no necesariamente es un icono mexicano, los dibujos y hasta tipografía no reflejan el orgullo de ser un producto “100 por ciento mexicano”. Tampoco estoy insinuando que así deba ser, mas bien señaló el significante implícito que puede adquirir el dulce en otras regiones, incluyendo las extranjeras. Es aquí donde no me sorprende que las autoridades sanitarias de EU indiquen los altos niveles de plomo en el producto, a final de cuentas son fábricas, donde se trabajara con la materia prima del tamarindo, o jugará mercadotécnicamente con las palabras “Pulpa” y “tamarindo”, pero son industrias donde las herramientas y las mesas siguen siendo de metal, con una pizca de plomo a lo largo de su producción.


Tal vez las manos del artesano de dulces típicos aún no tienen plomo o azufre que afecte la salud de los niños y mujeres embarazadas.

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